Estamos en 1984.
El mundo pánico que anunciara George Orwell en la novela de este título o cifra, “
Es la manipulación, y una reducción, que se practica mediante el lenguaje. En este tiempo mítico de “
Por ejemplo: si existe la palabra “bueno”, ¿para qué la palabra “malo”, que no se le opone de modo directo? En su lugar hemos puesto “inbueno”; y si se quiere dar algún énfasis, en vez de esas vagas palabras como “excelente” y “espléndido”, que dan lugar a divagaciones y emociones, tenemos “plusbueno”; y si se necesita algo más enfático, “dobleplusbueno”. Así se evita que el hombre, al deambular por el meandro de las palabras, se dedique a las sutilezas del pensamiento. Termina: “Cada vez menos y menos palabras, y el espacio de la conciencia siempre un tanto más pequeño”.
En Neolengua se impone uno de los slogans del Big Brother, que entona, en letanía, la masa alucinada: “Guerra es paz”. Es la reducción por el lenguaje: no sólo se achica la conciencia, sino que la palabra empieza a decir lo contrario de lo que significa.
En efecto, llegó “
Guerra es paz. La llamada “Fuerza Multinacional de Paz”, en el Líbano, está haciendo la guerra a los musulmanes, en connivencia con Israel, la potencia guerrerista del área. Y son inclementes los soldados de la fuerza de paz matando libaneses. Guerra es Paz. En Colombia la “Comisión de Paz” encubre la prosecución de una guerra incesante contra el pueblo campesino y contra los rebeldes. Y nuestro gran presidente alza a cada rato la bandera de la paz, mientras las tropas bajo su mando supremo atizan la guerra.
Es la virtud de
Se va encogiendo el lenguaje. Con prefijos (como ese de “inbueno”) la palabra “desarrollo” es prostituída para escamotear significados sociales y políticos. Se habla de subdesarrollo para indicar un estado que es simple explotación imperialista de los pueblos del Tercer Mundo: la neopalabra suprime la noción real. Por esa ruta, nuestro amado presidente acuñó en Manizales (el 21 de diciembre) una neopalabra: habló de los caldences del redesarrollo. Pura neolengua.
Dice “1984”: “De hecho, no habrá pensamiento, tal como ahora lo entendemos. Ortodoxia significa no pensar, aún más, que no hay necesidad de pensar. Ortodoxia es inconciencia”.
4 de enero de 1984
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